jueves, 15 de diciembre de 2011

19 & 20: Notes for a New Social Protagonism


19 & 20: Notes for a New Social Protagonism
Colectivo Situaciones
Translated by Nate Holdren & Sebastián Touza
Introductions by Michael Hardt & Antonio Negri
An 18th Brumaire for the 21st Century: militant research on the December 19th and 20th, 2001 uprisings in Argentina
In the heat of an economic and political crisis, people in Argentina took to the streets on December 19th, 2001, shouting “¡Qué se vayan todos!” These words – “All of them out!” – hurled by thousands banging pots and pans, struck at every politician, economist, and journalist. These events opened a period of intense social unrest and political creativity that led to the collapse of government after government. Neighborhoods organized themselves into hundreds of popular assemblies across the country, the unemployed workers movement acquired a new visibility, workers took over factories and businesses. These events marked a sea change, a before and an after for Argentina that resonated around the world.
Colectivo Situaciones wrote this book in the heat of that December’s aftermath. As radicals immersed within the long process of reflection and experimentation with forms of counterpower that Argentines practiced in shadow of neoliberal rule, Colectivo Situaciones knew that the novelty of the events of December 19th and 20th demanded new forms of thinking and research. This book attempts to read those struggles from within. Ten years have passed, yet the book remains as relevant and as fresh as the day it came out. Multitudes of citizens from different countries have learned their own ways to chant ¡Qué se vayan todos!, from Iceland to Tunisia, from Spain to Greece, from Tahrir Square to Zuccotti Park. Colectivo Situactiones’ practice of engaging with movements’ own thought processes resonates with everyone seeking to think current events and movements, and through that to build a new world in the shell of the old.
“If the insurrection in Argentina that began in December 2001 was our Paris Commune, then Colectivo Situaciones fits well in the position of Karl Marx. As Friedrich Engels was fond of saying, one of Marx’s many talents was to analyze the historical importance of political events as they took place. This book by Colectivo Situaciones, written in the heat of action, certainly demonstrates that same talent in full, delving into the complexity of concrete events while simultaneously stepping back to recognize how our political reality has changed.” – Michael Hardt, from the Introduction
Bio: Colectivo Situaciones is a collective of militant researchers based in Buenos Aires. They have participated in numerous grassroots co-research activities with unemployed workers, peasant movements, neighborhood assemblies, and alternative education experiments.

 http://www.minorcompositions.info/?p=331

martes, 20 de septiembre de 2011

adelanto//se viene...


Apuntes sobre Acá no...
Por Colectivo Situaciones

1

Esta es la historia de una experiencia que probablemente no vuelva a pasar. La ocupación de fábricas requiere de un tipo de compromiso, de saberes y de esfuerzo con el trabajo que, tal vez, quienes protagonizaron las ocupaciones a principio de este siglo hayan sido la última generación que los posea. Y tal vez esa intuición sea parte de la tristeza y de los dilemas que aparecen entre los “laburantes” y los “pibes”. ¿Cómo incorporarlos a ellos, a los pibes, como socios (es decir, en igual rango) si les duele el cuerpo de nada, si “no se ponen las pilas” y faltan a cada rato sin justificación, si no entienden algo profundo del sentido de dedicarle tanto esfuerzo al trabajo?
Juan Pablo Hudson lo hipotetiza: en los pibes hay una triangulación pragmática entre subsidio estatal, trabajo en negro y changa que como articulación trabajo/dinero es más atractiva, más poderosa, que el salario, incluso que la incorporación inmediata como socio a una fábrica (vieja idea de democratización de la producción que hoy no parece provocar tanta ilusión ni animar tanto empeño).
Desilusión de los “laburantes”: frustración del trasvasamiento generacional. No se ven a ellos mismos de jóvenes cuando ven a los pibes. Como si la ocupación necesitara de que sus protagonistas hayan pasado por la disciplina de la fábrica para que sea posible y, también, deseable. Si se quita ese sustrato, ese pasado, esa experiencia de lucha y obediencia, se vuelve difícil asumir todo el compromiso que implica poner en marcha cualquier establecimiento recuperado. Primer punto, entonces: la ocupación de la fábrica está al interior de un cierto encanto o relación de proximidad con ella, necesaria para transformarla.


2

Una vez adentro de la toma, aunque no se lo diga con esas palabras, los propios laburantes entienden la racionalidad de la precarización. Entienden su ductilidad para lidiar con la desafección al trabajo que sienten los “pibes” y con las exigencias de una producción extremadamente dependiente del mercado. Esto genera una contradicción tremenda: como si tuviesen que íntimamente y a destiempo darle la razón a los patrones. Y, sin embargo, no es así.
El desafío queda planteado de manera nítida es una pregunta que abre un horizonte de problemas muy extenso: ¿es posible encontrar otras figuras laborales, que no sean las del “laburante”, y que tampoco sean una confirmación resignada o derrotada de la precarización como lógica de pura explotación?, ¿es posible desde el trabajo entender la desafección al trabajo?
Ante la dificultad con los jóvenes, una forma de remediar el problema de las incorporaciones de nuevos trabajadores a las fábricas recuperadas (que, en cierto punto, es un problema generacional) es reclutar a los viejos despedidos. Cuando los convocan, las razones de quienes vuelven (ya que la intención de volver, hay que aclararlo, no es inmediata) parecen ser dos: una suerte de revancha contra la fábrica que los echó (y en este sentido la asamblea de ocupantes que los reincorpora siente la euforia y la grandeza de hacer justicia con ellos, de reparar los designios del mercado) y un fracaso en el cuentapropismo intentado.
Ahora, ¿no es la propia figura del “investigador del Conicet” la que para los trabajadores de la fábrica genera sospecha por ser identificada como otra forma de la desafección al trabajo? Reeditando de un modo nuevo la clásica polémica entre trabajo manual y trabajo intelectual (que no es ajena a estas experiencias), se abre una brecha zigzagueante en la relación, pero también entre los trabajadores y su apuesta a la rotación de tareas.


3

Queda al descubierto que la ideología –del cooperativismo a la horizontalidad– viene a posteriori. Como dice Lisandro cuando tiene que usar ese léxico para escribir: “Las ideas comunistas vienen del diccionario”. En este sentido, la minuciosidad de las frases, las idas y vueltas de los estados de ánimo, los quilombos y los logros que desfilan a lo largo de todo el texto del libro van dando una veracidad al relato porque la palabra es problemática, un poco confusa por momentos, desalineada, pero muy laboriosa, constante y, sin dejar de ser ambiciosa, nunca es utópica.
La autogestión se plantea como enigma. Los problemas de la autogestión no son sólo vinculares. Y, por eso, no se confía simplemente en hablarlos ni en volcarlos en técnicas de grupo. Hay algo en la división de tareas que parece poner conflictos más de fondo. Que no se resuelven con la asamblea.
La relación con el estado no es ajena a la noción misma de autogestión. Aparece a través de sus funcionarios, subsidios y programas. De manera no siempre esperable. Como un tanteo, una ayuda que no termina de solucionar nada pero que viabiliza cosas. Que llega menos prescriptivamente de lo que se supone y, al mismo tiempo, limita las energías capturando esfuerzo.


4

La escritura de este libro nunca destierra cierto estado de búsqueda, cierta conciencia de provisoriedad. No se dejan de lado las incomodidades: la escritura va y viene por ellas. Y, en ese movimiento, también elude el encasillamiento: ni tono militante ni académico, ni periodístico ni novelístico, no es sólo crónica ni tampoco puras notas de campo. JPH supo que esos lugares disponibles desde donde escribir estaban ahí, esperándolo, y ensaya entradas y salidas ocasionales. El lugar de enunciación, que no es colectivo, pero tampoco se siente amparado por la noción estricta de “autor” abre el libro a otros que, como Lisandro, lo asume como desafío para ponerse a escribir. La investigación se arma entonces como constelación: amigos, grupos militantes, compañeros, profesores, monólogos, lecturas, talleres, ponencias, etc. Y todo en la articulación un poco azarosa del viaje, el encuentro, la broma, el desánimo, la conversación y la confianza.


5

El nombre “fábricas recuperadas” remite directamente a 2001. A preguntas y experimentaciones que allí se abrieron y que fueron mutando hasta volverse hoy problemas nuevos. El 2001 no sólo es una fecha. Es también una referencia de continuo a unos modos de hacer, a un conjunto de lenguajes y saberes, a una forma de persistencia de la crisis. En este libro resaltan preguntas y dilemas que no son sólo de quienes se aventuraron a apropiarse de las fábricas y a inventar formas de relacionarse, de producir, de compartir, de imaginar. En ellas se cifran preguntas de todos. Y son ellas también las que tienen muchas de las claves de un mundo que no admite ser tratado ni con nostalgia ni con ingenuidad: el mundo del trabajo.